La maldición, como la bendición, siempre se considera eficaz. Es un llamamiento solemne a Dios, que no permitirá que su nombre sea tomado en vano. No responderá al niño que invoca Su poder en perjuicio de un padre o una madre. Y una apelación tan impía es en sí misma un delito grave.

18-32. La ley de indemnización por daños a la vida o las extremidades.

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