Tenía amargura de alma oprimida por el dolor, que volvía cuando estaba sola, y pensaba en su esterilidad, que la hacía rezar, con muchas lágrimas, por un hijo. Habían ofrecido nuevamente sus ofrendas de paz para obtener el favor de Dios; y en señal de su comunión con él, se habían deleitado con el sacrificio: y ahora era apropiado elevar su oración, en virtud del sacrificio. Porque las ofrendas de paz tipificaron la mediación de Cristo, así como las ofrendas por el pecado: ya que con esto no solo se hace expiación por el pecado, sino que se obtiene una respuesta a nuestras oraciones.

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