David dijo: Ciertamente sabrás lo que puede hacer tu siervo. Él respondió ambiguamente, como lo hizo antes. Aquis dijo: Por tanto, te pondré a ti guardián de mi cabeza. Es decir, él prometió hacerlo capitán de su salvavidas, lo cual, según encontramos en la secuela, lo hizo en consecuencia. Evidentemente, Aquis entendió que David prometía que haría todo lo posible por servirle. Delaney piensa que David le dio a Aquis una respuesta dudosa, porque no se resolvería sobre un paso tan extraordinario sin consultar a Dios, ni por su sacerdote ni por su profeta. Y que, como llegó a asistir a Aquis en Afec, el lugar designado para la reunión de las fuerzas filisteas, no hay razón para dudar de que fue allí con intenciones honestas hacia su protector, y que lo hizo por el permiso divino.

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