Entonces Uzías se enojó con los sacerdotes. Mientras estaba enojado, la lepra le subió a la frente, de modo que no pudo ocultar su vergüenza: aunque es probable que también estuviera en el resto de su cuerpo. De al lado del altar del incienso Por un golpe de una mano invisible, que viene del altar; para que pudiera estar seguro de que este era el efecto del disgusto de Dios.

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