Limpiar la casa del Señor de la suciedad que se había contraído mientras estuvo tanto tiempo cerrada; del polvo, las telarañas y el óxido de las vasijas. Mucho más de los ídolos y altares idólatras que allí se habían erigido. Los sacerdotes entraron en el interior de la casa, no en el lugar santísimo, al que solo podía entrar el sumo sacerdote, y él solo una vez al año, sino en el lugar santo. Y sacó toda la inmundicia al atrio. A saber, el atrio de los sacerdotes, llamado aquí el atrio , a modo de eminencia.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad