Las cosas consagradas eran seiscientos horno , etc. Es decir, las ofrendas consagradas a Dios, además de los holocaustos ya mencionados, a saber, las ofrendas de paz y las ofrendas de agradecimiento, cuya grasa se quemaba sobre el altar y la carne se repartía entre los sacerdotes y los oferentes. De éstos había un número aún mayor que el de los holocaustos. Quizás el recuerdo de su pecado al sacrificar en los lugares altos los hizo más dispuestos a llevar sus sacrificios ahora al altar de Dios.

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