Ezequías subió a la casa del Señor, al patio exterior del templo, porque no podía ir más lejos, y a la entrada del patio de los sacerdotes, miró hacia el santuario, donde Dios estaba peculiarmente presente, y extendió el carta ante él; lo cual hizo, no para familiarizar a Dios con su contenido, sino como muestra de que apeló a él con respecto a ellos, y se refirió a sí mismo y a su causa a su justo juicio, esperando que él respondiera por sí mismo y manifestara ese poder que el rey de Asiria había blasfemado tan audazmente. Con esto quiso también afectar su propia mente, fortalecer su propia fe y avivar sus deseos en la oración, en un mayor grado de fervor.

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