E hirió las aguas. Estas aguas antiguas cedieron al arca, ahora al manto del profeta; que para aquellos que querían el arca, era una señal equivalente de la presencia de Dios. Cuando Dios se lleve a sus hijos para sí, la muerte es el Jordán por el que deben pasar. Y encuentran un camino a través de él, un camino seguro y cómodo. La muerte de Cristo ha dividido esas aguas, para que pasen los redimidos del Señor.

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