No, hermano mío, a quien la naturaleza enseña a aborrecer tales pensamientos y obliga a defenderme de tal daño, con el mayor riesgo, si otro lo intenta. No me obligues a aborrecerlo, si quisiera; pero añadir violencia es abominable. No se debe hacer tal cosa en Israel entre el pueblo de Dios, a quienes se les enseñan mejores cosas; quien también será reprochado infinitamente por tan vil acción. Así ella le representa que, todo lo que hicieron otras naciones, entre las cuales los ídolos eran adorados con sucios deseos, los que adoraban a un Dios tan puro y santo; y tenía tales leyes divinas, no debería ser culpable de tal abominación. No hagas esta locuraEs decir, esta maldad, cuya tontería ella le ruega que considere, como, por un momento, la gratificación de un deseo brutal, provocaría mucho a la Divina Majestad y traería desgracia y miseria duraderas a ambos. ¿Expondría a una hermana a la infamia? ¿Se expondría a un reproche indeleble?

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