Entonces Ester y Mardoqueo escribieron con toda la autoridad como podían, siendo Ester reina y Mardoqueo primer ministro de estado. La carta anterior (Est. 9:20) solo recomendaba, pero esta ordena la observancia de esta solemnidad. Y no fue solo el acto de la reina y Mardoqueo, sino también el acto de todos los judíos, uniéndose a él y a su posteridad.

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