No harás ningún pacto con ellos. No tolerarás la adoración de ídolos, ni permitirás que se introduzca en tus territorios. No harás alianza con ellos, ni civil ni religiosamente. No habitarán en tu tierra a menos que renuncien a su idolatría, que se entiende claramente; porque, al convertirse en prosélitos de la religión judía, podían morar entre ellos y eran llamados extraños. Si sirves, servirás, este será el fruto de tu convivencia con ellos. Será una trampa para ti. Traerá grandes calamidades sobre ti y, al final, será tu ruina, que en consecuencia sucedió.

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