Habéis multiplicado vuestros muertos en esta ciudad . Sin ley ni justicia, habéis derramado la sangre de muchos en vuestras calles. De esto y de muchas otras expresiones de la Escritura, podemos concluir que no solo los asesinatos privados fueron extremadamente frecuentes entre ellos, sino que también con frecuencia dieron muerte, bajo el disfraz de la justicia, a quienes eran inocentes de todo crimen digno de muerte, pero a quienes, por algunos propósitos perversos, querían que se les quitara de en medio. Y habéis llenado sus calles de muertos . No sólo habéis cometido muchos homicidios vosotros mismos, sino que sois responsables ante Dios por todos los que mataron los caldeos, pues habéis persuadido a vuestro pueblo de esta manera obstinadamente para que se destaque. Tus muertos, son la carne , etc.

Vosotros mismos, por tanto, habéis hecho de vuestra ciudad, por así decirlo, un caldero, con los cuerpos asesinados con que habéis llenado las calles de ella; muchos de ellos cortados en trozos, de modo que parecen carne cortada para el caldero. Y esta ciudad puede llamarse propiamente el caldero, en el que se ha arrojado su carne. Pero yo os sacaré de en medio de ella, no con misericordia, sino con ira, por la mano vencedora del rey de Babilonia. No morirás allí, pero te reservaré para otro castigo: ver Ezequiel 11:9 ; Ezequiel 11:11 .

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