Pero se rebeló enviando a Egipto para que le dieran caballos. Egipto era un país en el que abundaban los caballos, de los cuales había gran escasez en Judea. Esto no solo fue una violación de su juramento y pacto, sino también una violación de esa parte de la ley judía que prohibía a su rey sacar caballos de Egipto o fortalecerse con la alianza de esa nación. ¿Se escapará el que hace tales cosas? ¿No superará la venganza divina tal ingratitud y perfidia? ¿Romperá el pacto y será librado?¿Pueden el perjurio y la ruptura del pacto ser el camino para la liberación de cualquier hombre? ¿Puede un pecado tan notorio terminar en otra cosa que no sea la miseria? De lo que se dice en esta ocasión aprendemos que un juramento no debe ser violado aunque haya sido hecho en circunstancias desfavorables, y aunque las cosas a las que un hombre se comprometió le fueran muy desagradables.

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