Ella dijo: Sacaré agua también para tus camellos. ¡ Qué amables cualidades muestra Rebeca! ¡Qué condescendencia! ¡qué bondad! ¡qué humanidad!La sirvienta sólo pide beber un poco de agua de su cántaro, y ella no sólo se lo da con la más amable cortesía, sino que se apresura a sacar agua para todos sus camellos. Bien podría el siervo maravillarse con placer y concluir que Dios había hecho próspero su viaje. Lo único que lo mantuvo en duda fue que no sabía si ella era de la familia de Abraham. Uno de tanta condescendencia, bondad, humanidad, cortesía y disposición a complacer, concluyó, sin duda haría feliz al hijo de su amo en el estado matrimonial; y por eso había pedido a Dios que la persona a quien había designado para la esposa de Isaac actuara de esa manera.

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