Entonces Jeremías llamó a Baruc. Baruc era el discípulo más fiel de este profeta: le sirvió mientras vivió en calidad de secretario y nunca lo abandonó hasta su muerte. Y Baruc escribió de boca de Jeremías todas las palabras , etc. No necesitamos preguntarnos cómo Jeremías pudo recordar todas las profecías que había profetizado veintidós años antes, considerando quién fue el que le ordenó ponerlas por escrito. Dios, sin duda, los trajo a su memoria, de lo contrario le habría sido imposible recordarlos todos. El Espíritu de Dios le dictó a Jeremías y él a Baruc.

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