Si me he regocijado porque mi riqueza era grande, me estima feliz en poseerla, aunque sin el amor y el favor de Dios; porque mi mano había ganado mucho. Atribuyendo mi adquisición a mi propia habilidad o industria, más que a la bondad y misericordia de Dios. Y estos pecados los menciona Job más bien, en parte para su propia reivindicación, para que no se piense que Dios le quitó su propiedad porque había abusado de ella para el orgullo, el lujo o la opresión de otros; y en parte para la instrucción de la humanidad en las generaciones venideras, para que puedan darse cuenta de la maldad de tales prácticas, aunque la mayoría de los hombres las considera loables o inofensivas, o, en el peor de los casos, como casos leves y triviales de mala conducta.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad