Cada uno con una de sus manos trabajaba en la obra, y con la otra sostenía un arma. Es decir, estaban bien preparados para construir o para luchar; pues la expresión es figurativa, no pudiendo trabajar si ambas manos no hubieran estado en libertad. En consecuencia, el siguiente versículo dice: Cada uno tenía su espada ceñida a su costado. Así debemos trabajar en nuestra salvación, con las armas de nuestra guerra en nuestras manos. Porque en cada deber debemos esperar la oposición de nuestros enemigos espirituales.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad