Estaban muy abatidos ante sus propios ojos , es decir, en su opinión, o ante ellos mismos siendo jueces. Porque aunque por lo general los hombres son muy propensos a juzgar parcialmente, y todavía a adularse con vanas esperanzas, este caso era tan claro y notable que empezaron a desesperarse. Ahora vieron que todo estaba perdido, que sus designios estaban rotos y que era probable que su daño cayera sobre sus propias cabezas. Porque comprendieron que esta obra era de nuestro DiosPor ese admirable valor, constancia y rapidez con que se manejó esta obra, a pesar de todas las dificultades y desalientos del camino, llegaron a la conclusión de que era obra del Dios poderoso de Israel, a quien tenían grandes motivos para temer. Y, además, lo tomaron como un mal presagio para ellos, y un presagio seguro de que Dios aún velaría por esa ciudad y su pueblo, y aplastaría a quienes se opusieran o molestaran.

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