Cada príncipe en su día Así la dedicación continuó no menos de doce días, lo que la hizo muy solemne, y dio a cada tribu la oportunidad, por su representante, de expresar su devoción y reverencia a Dios, y de recibir muestras de graciosa aceptación de él. Y en esta ofrenda siguieron el orden de su campamento, y no de su nacimiento.

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