Un testigo impío desdeña el juicio No tiene respeto por el lugar de la justicia, ni por la presencia de Dios allí, ni por la obra sagrada y solemne de ejecutar el juicio, pero, a pesar de todo, da un falso testimonio. Y la boca de los impíos devora la iniquidad. La pronuncia con tanta codicia, deleite y facilidad como se tragan comidas y bebidas deliciosas; o está tan ansioso por cometerlo de palabra y de hecho, como si fuera tan necesario para su bienestar como la comida que comen.

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