Abre tu boca Habla libre e imparcialmente, como conviene hacer a un rey y un juez: para los mudos Para los que no pueden hablar por su propia causa, ya sea por ignorancia, o por el temor de sus adversarios más poderosos. Por la causa de todos los que están destinados a la destrucción que, sin el socorro de los jueces, probablemente se arruinarán por completo.

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