Iremos a sus tabernáculos. Al ver que el arca ahora está fija en un lugar determinado, iremos a ella de manera más general y constante que antes. Adoraremos ante sus pies como súbditos y suplicantes, postrándonos, con humilde reverencia, ante la Divina Majestad, cosa que descuidamos demasiado por falta de un lugar de culto público y solemne en los días de Saulo.

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