Deléitate también en el Señor, en su favor y servicio, y en el estudio de su palabra y promesas; y te concederá el deseo de tu corazón, Tus justos deseos, o lo que sea verdaderamente deseable y bueno para ti. Esta limitación es necesaria para ser entendida, tanto de diversos lugares de la Escritura, como de la naturaleza de las cosas; porque no es razonable imaginar que Dios se comprometería a concederles sus deseos pecaminosos y desorbitados, y también sería una maldición para ellos que se los concedieran.

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