LA PRIMERA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL PABLO A LOS TESALONICENSES.

PREFACIO.

S T. Pablo, habiendo recibido una orden inmediata del Cielo, como observa San Lucas, Hechos 16:9 de ir a predicar el evangelio en Macedonia, fue inmediatamente a Filipos, que fue la primera ciudad en su camino, al entrar en Macedonia; y de allí pasó a Tesalónica, que era la capital, Hechos 17:1 . Pero poco después de haber llegado allí, en compañía de Silas y Timoteo, habiendo ganado para el Señor en la sinagoga un gran número de conversos griegos y muchas mujeres nobles, los judíos levantaron contra él un clamor tan violento que se vio obligado a Salid de la ciudad para salvar su vida, según las instrucciones de nuestro Señor. Cuando os persigan en una ciudad, huid a otra.El Apóstol fue, pues, de Tesalónica a Berea, de donde, empujado de nuevo por la persecución, se retiró a Atenas. Silas y Timoteo, sin embargo, por orden suya, regresaron a Tesalónica para consolar a los fieles y fortalecerlos en la fe; como St.

Lucas lo expresa con bastante claridad en el capítulo 17 de los Hechos, y como nos dice el Apóstol en el capítulo1 Tesalonicenses 3:6 3 de esta epístola. Esperó algún tiempo en Atenas; pero, cansado de permanecer en un lugar que era el mismo asiento y centro de la idolatría, se fue a Corinto, donde Silas y Timoteo poco después se unieron a él. El informe que le trajeron de la firmeza y constancia de los tesalonicenses lo llenó de gozo extremo, como les dice en esta Epístola, cap. 1 Tesalonicenses 3:6 , etc. lo cual es una prueba clara y segura de que no era de Atenas, como se agregó erróneamente a la conclusión de la Epístola, sino de Corinto,que fue escrito; ya que San Pablo menciona el regreso de Timoteo, y ya que fue en Corinto, y no en Atenas, que este discípulo se reunió con su Maestro, Hechos 18:5 .

El propósito principal de San Pablo en esta epístola fue fortalecer a los tesalonicenses en la profesión del evangelio, en medio de las persecuciones que sufrieron, y enseñarles a santificar sus sufrimientos mediante la práctica de las gracias y virtudes cristianas. Los consuela, en particular, por la muerte de sus parientes, y especialmente por la pérdida de aquellos a quienes la persecución puede haberles arrebatado, con la esperanza de la gloria con que el Señor Jesús coronará el celo y la fidelidad de los santos, en su última venida. Habiendo añadido varias exhortaciones importantes, concluye su epístola recomendándoles a la fuerza que la lean abiertamente a todos los creyentes; porque la Escritura es un tesoro que no debemos envidiar a nadie, ni ocultarlo a nadie, siendo fuente de vida tanto para las ovejas como para los pastores.

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