Atalía, hija de Omri; lo lee Houbigant, hija de Acab, hijo de Omri.

REFLEXIONES.— Primero, tenemos aquí,

1. Un relato del reinado inicuo de Joram rey de Judá, quien, durante la vida de su padre, estuvo asociado con él para gobernar. Totalmente diferente del buen Josafat, se pegó a los pecados de la casa de Acab; y habiendo tomado a su hija por esposa, ella envenenó su corazón con sus idolatrías. Nota; (1.) Los hombres buenos, para su pesar, a menudo tienen hijos muy malvados. (2.) Una esposa malvada es una de las mayores plagas de Dios. (3.) Nada puede ser tan peligroso para los jóvenes como las malas conexiones. Mucho más fácilmente asimilarán los principios y prácticas de un malvado Acab que de un piadoso Josafat.

Segundo, Ocozías sucedió a su padre y, como él, anduvo por los caminos perversos de la familia de Acab. ¿Qué más se podía esperar del hijo de la hija de Jezabel y del ejemplo de un padre tan abandonado? A petición de su tío Joram, fue a la batalla con él a Ramot de Galaad, donde Joram fue herido y, habiendo tomado el lugar, fue llevado a Jezreel para ser sanado.

Allí Ocozías fue a visitarlo y encontró, como veremos, la muerte que se merecía. Nota; (1.) Cuando el cuerpo del pecador es herido, ¡cuán solícito es él para ser curado, mientras que las heridas más peligrosas de su alma, descuidadas, apestan y se corrompen por su necedad! (2.) La amistad con los malvados es el camino de la muerte.

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