El rey dijo: —Lleva el arca de Dios— David envió de regreso a los sumos sacerdotes, sabiendo que su carácter era demasiado sagrado para sufrir cualquier violencia por parte del usurpador, aunque conocía su fidelidad a sí mismo; y por lo demás, se sometió por completo a la disposición divina. Rogó a Dios, como Alejandro Severo les dijo a sus soldados que un hombre generoso y sabio debía orar por las mejores cosas y soportar lo que debería suceder. David vio claramente que Dios había levantado esta guerra contra él en castigo por su culpa; que Dios le había levantado este mal de su propia casa: me imagino que ahora lo escucho recitar el mismo lamento que Alfonso el sabio, rey de Arragon, hizo después en una ocasión similar: "No me pregunto tanto por la ingratitud de mi pueblo hacia mí,como por mi propia cuenta a DIOS. "En este espíritu de humillación, David no presumiría que el arca, el símbolo de la presencia divina, se llevara delante de él en la guerra: ese era un honor del que se consideraba absolutamente indigno; y por lo tanto, refiriéndose a sí mismo y sus asuntos con total resignación a la disposición de la Divina Providencia, envió a Sadok ya Abiatar de regreso a la ciudad con el arca.

Cuando David dio las razones relacionadas con él mismo, por qué no quería llevar el arca ante él al campo, luego agrega una razón personal a Sadoc: ¿No eres tú un vidente? Vuelve en paz. De ahí que parezca que Sadoc fue un profeta; sin embargo, como sacerdote, fue un maestro; y como tal obligado a permanecer con su pueblo en las mayores exigencias e instruirlo en su deber; además de eso, si se quedaba para cumplir con su deber para con su pueblo, también podría hacerle buenos oficios a su príncipe. Y, en consecuencia, David concertó con Sadoc y Abiatar un método para comunicarse con él y enviarle información sobre todas las medidas de los enemigos por medio de sus hijos, Ahimaas hijo de Sadoc y Jonatán hijo de Abiatar.

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