La mujer es engañada por la serpiente; come del fruto prohibido y le da a su marido de comer con ella. Dios los reprende a él y a ella: maldice a la serpiente, anuncia el castigo apropiado para Adán y Eva, los expulsa del paraíso y coloca a los querubines en la puerta.

Nuestros primeros padres, unidos en la dicha y la alegría, poco sospecharon de la terrible tormenta que ahora les estaba preparando el gran enemigo de sus almas. El diablo, una vez un ángel de luz, pero tentado a sí mismo, y ahora a través del pecado se convirtió en un demonio de las tinieblas, odiando a Dios y su obra, con envidioso celo contempló a esta feliz pareja, e instantáneamente medita su ruina. Habiendo experimentado la eficacia de sus artimañas sobre espíritus como él, sacados en su tren de las brillantes esferas de la gloria, con intentos similares de fraude, pero con demasiada fatalidad triunfa con el hombre.

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