Así era yo; en el día me consumió la sequía, y la helada en la noche. Así se queja Jacob del tiempo en Mesopotamia. En consecuencia, Rawwolff, hablando de su descenso por el Éufrates, nos da a entender que solía abrigarse con un abrigo de frisé durante la noche para protegerse de las heladas y el rocío, que allí son muy frecuentes y violentos. Véase Ray's Travels, pág. 155, 156. Jacob también podría quejarse del calor o la sequía del día; porque Thevenot nos dice, par. 2: pág. 52.

que cuando viajaba por este país de Mesopotamia el calor era tan excesivo, que aunque llevaba en la cabeza un gran pañuelo negro, por el que podía ver, a la manera de los orientales cuando viajan, sin embargo, tenía muchas veces su la frente tan chamuscada que se hincha mucho y hasta se le cae la piel; y que sus manos también estaban continuamente resecas.

REFLEXIONES.— Ahora es el turno de Jacob de reprender, cuando Labán no puede hacer valer la menor de sus acusaciones, ni encontrar un hilo que pueda reclamar con justicia. Nota; Aunque tenía motivos para protestar, hizo mal en estar enojado: ninguna provocación puede excusar eso. Podía apelar a Labán por su honestidad, cuidado y fidelidad; y cada ejemplo que presenta de la rectitud de su servicio, refleja a Labán como un amo injusto e irrazonable. Nota; Aunque sea un caso infeliz para uno tener un amo como Labán, un buen siervo, como Jacob, no será menos fiel y trabajador. Debemos dejar el asunto en manos de Dios, y entonces tendremos la bendición de Jacob.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad