Con motivo de la persecución en Jerusalén, la iglesia fue plantada en Samaria por Felipe el diácono, quien predicó, hizo milagros y bautizó a muchos, y entre los demás Simón el hechicero, un gran seductor del pueblo. Pedro y Juan, vinieron a confirmar y agrandar la iglesia, donde, mediante la oración y la imposición de manos, dieron el Espíritu Santo.

Simón habría comprado el mismo poder de ellos; pero, habiendo reprendido Pedro su hipocresía y codicia, y exhortándole al arrepentimiento, y habiendo predicado la palabra del Señor, junto con Juan, regresó a Jerusalén. Pero el ángel envía a Felipe para que enseñe y bautice al eunuco etíope.

Anno Domini 34.

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