Además, etc.— La profecía comenzada en este capítulo continúa hasta el final del versículo 5 del capítulo siguiente. En él, Dios profesa conservar la misma bondad y disposición favorable hacia Israel, que había manifestado en sus primeros días. Él protesta con ellos sobre sus ingratas recompensas por su bondad pasada, y muestra que no fue falta de afecto en él, sino su propia maldad y deslealtad extrema e incomparable, que ya los había sometido, y aún los sometería a calamidades y miserias.

Concluye con un discurso patético, exhortándolos a volver a él, con una promesa implícita de aceptación; y lamenta la necesidad que tuvo, debido a su continua obstinación, de darles más señales de su disgusto. No es improbable que esta profecía se haya pronunciado poco después del comienzo de la misión del profeta.

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