Ver. 16. Entonces Josué se levantó temprano en la mañana y trajo, etc.— Los intérpretes aquí preguntan: ¿Cómo fue posible que Acán se atreviera a extender su audacia hasta el punto de no confesar su crimen tan pronto como supo las órdenes que Dios le había dado? ¿Le había dado a Josué? Y ellos responden que el pecado lo había cegado y que una vergüenza orgullosa lo retenía.

Pero, agitando la discusión de estas respuestas, creemos que lo siguiente se considerará muy suficiente; a saber, que Acán no sabía nada de las órdenes que Dios le había dado a Josué, por cuanto ese general no las comunicó a nadie, y se limitó a apresurar su ejecución.

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