Cuando cosechéis la mies de vuestra tierra— Aquellos que consideren esta ley humana, y varias otras de la misma clase en la dispensación mosaica, evidentemente discernirán que el gran Autor de ellas se esforzó por inculcar un elevado espíritu de humanidad y benevolencia; y, en consecuencia, que aquellos profesantes de esta ley, que actuaron sobre principios estrechos y egoístas, confundieron tanto su genio como desacreditaron al Divino Legislador, incluso a ese Señor Dios, quien, en rica generosidad, dándoles todas las cosas en abundancia, para gozar, exigió ternura y caridad para con sus semejantes: porque él es siempre el mismo; un Dios de amor, lleno de misericordia y compasión.

Por lo tanto, confunden mucho al Dios de los hebreos y la naturaleza de la dispensación judía, quienes lo representan como menos misericordioso y lleno de gracia, y esa dispensación como infinitamente menos benévola que la cristiana. El Dios de ambas dispensaciones es el inmutable e inmutable Jehová; en ambos, el amor a él y al hermano es el gran mandamiento: el primero puede, con propiedad, ser considerado sólo como una dispensación menos perfecta en verdad, pero noblemente preparatoria del cristiano.

REFLEXIONES.— La preocupación de Moisés era dar a conocer la voluntad de Dios a todo el pueblo; y mayordomo fiel fue en la casa de Dios.

1. Se da un mandamiento general que incluye todos los demás: Seréis santos, o seréis santos. El diseño tanto de la ley como del evangelio, junto a la gloria de Dios, es la santidad y la felicidad de su pueblo. Porque no puede haber gozo de Dios, en el que sólo consiste la verdadera felicidad, sin conformidad con él.

2. Mandamientos particulares, en los que debe expresarse esta santidad. (1.) En el temor de padre y madre: implica ese afecto filial, obediencia obediente, diligencia para agradar y miedo a ofender, que todo hijo de Israel debe mostrar a sus padres. (2.) Al santificar el sábado. Se muestran verdaderamente hijos de Dios, que unen la piedad hacia su Padre celestial y la obediencia a sus padres en la tierra. Despreciar al padre o la madre, o profanar los sábados de Dios, es la marca segura de un hijo réprobo. (3.) No se deben adorar ídolos.

(4.) Sus sacrificios de ofrendas de paz no deben comerse más allá del tiempo prescrito. (5.) Deben considerar y dejar una porción para los pobres en el campo de cosecha y en la vendimia. Nota; [1.] No puede haber verdadera piedad hacia Dios, donde no hay caridad hacia los hombres. Un corazón codicioso nunca puede haber escrito en él: Santidad al Señor. [2.] Las oraciones de los pobres, que participan de nuestras bendiciones, nos compensarán ampliamente el puñado que les dejamos. No hay ganancia tan grande o segura como la que así se presta al Señor.

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