He roto las ataduras de tu yugo y te he hecho andar en pie. La servidumbre se compara con frecuencia en las Escrituras con llevar un yugo, el cual, acostado sobre el cuello, hace que el portador se agache y cuelgue la cabeza; en cuyo punto de vista, la alusión aquí es tan clara como hermosa.

REFLEXIONES.— Dios no demostrará ser un amo cruel con los que le sirven: nadie le sigue con fidelidad a quien no siga con bendiciones. Tenemos,

1. Una solemne repetición de esos mandamientos, de cuya observancia dependía especialmente su felicidad, a saber. Abstenerse de la idolatría y guardar los santos sábados de Dios. Mientras adoraban al Dios verdadero, y en la forma de sus propios nombramientos, siempre serían un pueblo peculiar para él.
2. Ricas promesas a los obedientes. La abundancia coronará el año, y la paz habrá en sus fronteras. Sus enemigos se postrarán ante ellos, y su pueblo se multiplicará en gran manera. El favor de Dios siempre estará para con ellos, su presencia en medio de ellos, y su pacto perpetuamente establecido con ellos.

Ellos serán su pueblo y él será su Dios para siempre. Para el fiel Israel de Dios estas promesas se cumplen a diario: la lluvia de la gracia divina produce la abundancia de dones espirituales y santos disposiciones; la paz de Dios guardará sus corazones y sus mentes; sus enemigos, Satanás, el pecado y la muerte, serán vencidos; la presencia de Jesús que mora en su corazón excederá la gloria del tabernáculo; y en la muerte, y después de la muerte, él será su Dios, y ellos serán su pueblo por los siglos de los siglos. ¡Amén! ¡Amén!

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