Pilato, por tanto, deseoso de soltar a Jesús, al ver Pilato, por esta demanda monstruosamente vil e indigna, que sus furiosos clamores contra Jesús procedían de la más amarga malicia y envidia, estaba más deseoso de ponerlo en libertad; y volvió a protestar contra ellos, tratando de persuadirlos de que desistieran de sus impetuosos clamores y de que se sintieran satisfechos con su inteligente corrección mediante azotes.

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