Y le dijo al hombre: Ponte de pie. Nuestro Señor le ordenó al hombre que se mostrara a toda la congregación, para que la vista de su angustia pudiera moverlos a compadecerse de él, y que pudieran ser más sensatamente golpeados por el milagro, cuando vieron, la mano seca volvió a sus dimensiones y actividad anteriores en un instante.

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