El que ofreció —el primer día fue Nahshon, etc.—, el obispo Kidder observa juiciosamente que aunque Nahshon ofreció primero, de acuerdo con el orden fijado en el cap. 2: y por eso podría ser envidiado por el lugar conspicuo que ocupó, sin embargo, está tan lejos de ser magnificado, que es la única persona entre estos oficiales que no es llamado príncipe de su tribu; lo que posiblemente podría estar destinado a evitar la envidia y la emulación entre los líderes. Como la ofrenda consistía en tantos detalles, es probable que el resto de los grandes hombres de la tribu de Judá se uniera a Naasón en sus contribuciones a la misma.

Lo mismo puede observarse respecto a la ofrenda de los demás jefes; cada uno de los cuales, sin duda, se ofreció en nombre de toda la tribu. También podemos notar, de una vez por todas, que no hay diferencia en sus ofrendas; que podría ordenarse así para evitar toda ocasión de vanidad y emulación entre hombres de igual posición y autoridad. Un historiador griego o romano habría dicho en una palabra, todos ofrecidos por igual, sin repetir las mismas palabras doce veces; pero tales repeticiones son agradables a la sencillez de los tiempos primitivos: por eso se encuentran tan frecuentes en Homero.

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