12. Y el que ofreció su ofrenda el primer día La declaración oracular que Dios hizo por boca de Jacob es bien conocida. "El cetro no se apartará de Judá", etc. (Génesis 49:10.) No, aunque aún no había llegado el momento en que la verdad de esta profecía se manifestara por su cumplimiento, aún así se llevó a pasar por el admirable consejo de Dios de que ciertas marcas de supremacía deben existir en la tribu de Judá; y, por consenso general, si no el dominio, al menos la dignidad principal, siempre se alojó en él. La asignación del primer día a Nahshon fue, por lo tanto, un presagio de ese futuro reino que finalmente se estableció en la persona de David. Si alguno alega lo absurdo de que la tribu de Rubén, que era el primogénito, debe mantenerse hasta el cuarto día, respondo que las tribus de Zabulón e Isacar fueron clasificadas bajo la bandera de Judá; ya que aparecerá en el capítulo 10. (403) que las doce tribus se dividieron en cuatro divisiones de tres. Por lo tanto, era más honorable que la tribu de Rubén tuviera el cuarto día, para que las dos tribus que presidía se unieran a él. Pero los padres de las dos tribus, que Dios colocó bajo la bandera de Judá, fueron los dos hijos más jóvenes de Lea, que siguieron después de Judá, su cuarto hijo. Vemos, por lo tanto, que el reino fue oscurecido así oscuramente, de donde la salvación debía ser esperada por todo el pueblo: para que pudieran estar más atentos a la promesa que les fue dada; aunque esta indicación tuvo poco efecto en sus mentes lentas.

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