El Señor abre los ojos, etc.— ilumina sus mentes; o incluso restaura su vista natural, cuando está defectuosa y débil; o, cuando ha desaparecido por completo, y no hay esperanzas de curación humana. Pero esta parte del salmo se cumplió de manera más exacta y literal en nuestro Señor Jesucristo, cuando vino a darnos la salvación.

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