No sea que me rompa el alma. El singular aquí prueba evidentemente que se hace referencia a un enemigo en particular; Fenwick supone que significa el gran enemigo y acusador, cuyos agentes y herramientas son los hombres malvados. El alma a veces significa la vida misma, de la cual es el principio; ya veces implica a la persona misma; ambos sentidos son agradables a este lugar.

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