Jerusalén copa de temblor para sí misma, y ​​piedra de carga para sus adversarios. La restauración victoriosa de Judá. El arrepentimiento de Jerusalén.

Antes de Cristo 517.

No es difícil de percibir que las profecías en este y los dos capítulos siguientes se relacionan con tiempos futuros, y muy probablemente con aquellos predichos por Ezequiel en los capítulos 38 y 39; donde se dice, que Israel después de su restauración y regreso a su propio país sería atacado por una combinación de muchas naciones. También aquí se predice tal invasión; pero no es de esperar que todos los detalles de una profecía lejana se entiendan claramente antes del tiempo de su cumplimiento. Es por lo menos probable que cuando llegue el momento del restablecimiento de los judíos (del cual se da suficiente insinuación en las profecías tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento), ellos comenzarán a reunirse e intentar un asentamiento en sus antiguas posesiones, tal medida crearía celos, y malestar en aquellos poderes más especialmente, que están interesados ​​en el dominio sobre esos países. Sabemos que los turcos están en la actualidad, y lo han estado durante mucho tiempo, en el país de Palestina; y en opinión de muchos, que han aportado argumentos engañosos para justificarlo, particularmente del erudito Jos.

Mede, (p. 674 y 816.) su príncipe está previsto por Gog, príncipe de Mesec y Tubal, Ezequiel 38:2 ; Ezequiel 38:23 y por el rey del norte, Daniel 11:40 ; Daniel 11:45acerca de quien se profetizan cosas semejantes en esos Capítulos respectivamente. Ahora bien, si ese poder subsistiera en ese momento, se puede presumir con justicia que él, y cualquier otro poder en circunstancias similares, se opondrían, con todas sus fuerzas, a un intento de establecer una soberanía independiente en esas partes. Pero sin pretender determinar con precisión con respecto a los invasores, la sustancia de la profecía en este, y en el versículo séptimo del próximo capítulo, se encontrará que equivale a esto: que Jerusalén será sitiada por una multitud de naciones hostiles, a el gran terror de la gente de sus alrededores, así como del mismo Judá; pero que los intentos de esas naciones serán frustrados por la interposición especial de Dios, y terminarán en su total confusión y ruina,

Después de lo cual los judíos serán llevados a ver y lamentar el pecado de sus antepasados ​​al dar muerte a su Mesías; serán admitidos como miembros de la dispensación del evangelio; y mediante la gran expiación del Mesías, y la gracia de su Espíritu, serán limpiados de la culpa pasada, renunciarán a todas sus prácticas ofensivas anteriores y se abstendrán cuidadosamente de una futura repetición de ellas.

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