Haré que tu lengua se pegue al paladar. - Aquí, bajo otra figura, este silencio forzado se atribuye, no a “la casa rebelde”, por quien inmediatamente se produjo, sino a Dios mismo, cuya providencia fue la causa última por la que el profeta fue puesto en tales circunstancias. Es una manera de expresar con fuerza las dificultades en las que iba a ejercer su ministerio.

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