El Señor le dijo a Abram. - La partida de Lot fue ciertamente un gran dolor para Abram; porque con ello perdió la compañía del pariente que había compartido el abandono de su país y al que, probablemente, en su estado sin hijos, había considerado su heredero. Por tanto, Jehová lo consuela con una promesa más definida de la posesión de toda la tierra de la que tan generosamente le había dado a Lot la opción de elegir, y con la seguridad de que su propia descendencia sería numerosa como el polvo de la tierra. También podemos estar seguros de que, a medida que Lot se estaba deteriorando, Abram se estaba acercando más a Dios y caminando más cerca de Él; y de ahí la plena certeza de la bendición divina.

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