Versículo 15.

Y con mucho gusto gastaré y me gastaré por vosotros... Seguiré actuando como un padre amoroso, que gasta todo lo que tiene en sus hijos, y gasta su propia fuerza y vida en proporcionarles las cosas necesarias para su conservación y comodidad.

Aunque más abundantemente os ame... incluso actuaré con vosotros con la más afectuosa ternura, aunque me suceda, como les sucede a menudo a los padres amorosos, que sus hijos desobedientes les amen menos, en proporción a su amor hacia ellos. ¿No sucede con frecuencia que el hijo más desobediente de la familia es aquel en el que la ternura de los padres está más especialmente puesta? Véase la parábola del hijo pródigo. Está en el orden de Dios que así sea, pues de lo contrario el caso de todo pródigo sería totalmente deplorable. El pastor siente más por la oveja perdida que por las noventa y nueve que no se han extraviado.

Si me preguntan: "¿Deben los padres cristianos acumular dinero para sus hijos?" respondo: Es el deber de todo padre que pueda, acumular lo necesario para poner a cada hijo en condiciones de ganarse el pan. Si descuida esto, sin duda peca contra Dios y la naturaleza. "Pero, ¿no debería un hombre acumular, además de esto, una fortuna para sus hijos, si puede honestamente?" Respondo: Sí, si no hay ningún pobre a su alcance; ninguna obra buena a la que pueda ayudar; ninguna región pagana de la tierra a la que pueda contribuir para enviar el Evangelio de Jesús; pero no de otro modo. Dios muestra, en el curso de su providencia, que esta acumulación de fortunas para los hijos no es correcta; pues apenas hay un caso en el que se haya ahorrado dinero para hacer a los hijos independientes y caballeros, en el que Dios no haya maldecido la bendición. Se ahorró del pobre, del ignorante, de la causa de Dios; y el cancro de su desagrado consumió esta propiedad mal guardada.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad