Verso Éxodo 19:6. Y una nación santa...  

Deberían ser una nación, un pueblo; firmemente unidos entre sí, viviendo bajo sus propias leyes; y poderoso, porque unidos, actuando bajo la dirección y bendición de Dios. Deben ser una nación santa, salvados de sus pecados, justos en su conducta, santos en sus corazones; cada rito externo no es solo una ceremonia significativa, sino también un medio para transmitir luz y vida, gracia y paz a toda persona que lo use concienzudamente. Por tanto, ambos deberían ser un reino, teniendo a Dios por gobernador; y una nación, una multitud de pueblos conectados entre sí; no un pueblo disperso, desordenado y desorganizado, sino una nación real, usando sus propios ritos, viviendo bajo sus propias leyes, sujetos en asuntos religiosos sólo a Dios, y en lo civil, a toda ordenanza del hombre por amor de Dios.

Este fue el espíritu y diseño de esta maravillosa institución, que no pudo recibir su perfección sino bajo el Evangelio, y tiene su pleno cumplimiento en cada miembro del cuerpo de Cristo.

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