CAPÍTULO XVI

En este capítulo, la misericordia de Dios para con Jerusalén (o la

Iglesia y nación judías) se expone mediante el emblema de una persona que

que recoge a un niño abandonado, lo educa con gran

ternura, y después se casa con ella, 1-14.

Luego se la reprende por su monstruosa ingratitud a

Dios y por contaminarse con las idolatrías de las naciones

que la rodeaban, bajo la figura de una mujer que se muestra 

falsa ante un marido tierno e indulgente, 15-52.

Pero, a pesar de estas atroces provocaciones, Dios

promete, después de que sufra la debida corrección

su favor, 53-63.

El modo de describir la apostasía de la verdadera religión con

ídolos bajo el emblema del adulterio (figura muy frecuente en el canon

sagrado) se prosigue con gran fuerza y detenimiento, tanto en este

capitulo y en el vigesimotercero,  esta excelentemente

calculado para excitar en Dios la más alta repugnancia hacia 

todo culto falso.

NOTAS SOBRE EL CAP. XVI

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