Versículo 23. Mantengamos firme la profesión de nuestra fe... La palabra ομολογια, de ομου, juntos, y λογος, una palabra, implica ese consentimiento general que había entre los cristianos sobre todos los artículos importantes de su fe y práctica; particularmente su reconocimiento de la verdad del Evangelio, y de Jesucristo, como la única víctima por el pecado, y el único Salvador del mismo. Si la palabra lavada arriba se refiere al bautismo cristiano en el caso de los adultos, entonces la profesión es la que los bautizados hacen entonces de su fe en el Evangelio; y de su determinación de vivir y morir en esa fe.

Las diversas lecturas sobre esta cláusula son muchas en los MSS. Της ελπιδος την ὁμολογιαν, la confesión de nuestra ESPERANZA D*, dos de la Itala, la Vulgata, el árabe de Erpen y el etiópico. Ὁμολογιαν της πιστεως, la confesión de la FE; uno de los MSS de Barberini y otros dos. Esta es la lectura que han seguido nuestros traductores; pero es de muy poca autoridad. Την επαγγελιαν της ελπιδος, la promesa de la ESPERANZA; San Crisóstomo. Την ελπιδα της ὁμολογιας, la ESPERANZA de nuestra PROFESIÓN; uno de los MSS de Petavius. Pero entre todos ellos, la confesión o profesión de ESPERANZA es sin duda la lectura genuina. Ahora bien, entre los cristianos primitivos, la esperanza que profesaban era la resurrección del cuerpo y la vida eterna; todo lo que hacían y creían estos cristianos se refería a un estado futuro; y por el gozo que esto les proporcionaba, ellos, como su Maestro, soportaban toda cruz y despreciaban toda vergüenza: esperaban estar con Dios, por medio de Cristo; esta esperanza profesaban tenerla; y confesaban audaz y públicamente la fe en la que se basaba esta esperanza. El apóstol les exhorta a mantener firme esta confesión sin vacilar, a no dudar nunca de las declaraciones que les había hecho su Redentor, sino a tener la plena seguridad de la fe de que sus corazones habían sido rociados de una mala conciencia, de que habían encontrado la redención en la sangre del cordero, y de que podían esperar ser glorificados con su Cabeza viva en el reino de su Padre.

Es fiel el que prometió... La vida eterna, que es el objeto de vuestra esperanza, os ha sido prometida por el que no puede mentir; por tanto, como es fiel el que os ha dado esta promesa, mantened la profesión de vuestra esperanza.

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