Verso Levítico 12:8Y si no puede traer un cordero, entonces traerá dos tortugas o dos pichones.  Como la Virgen María sólo trajo lo segundo, es evidente que no pudo, es decir, que no era lo suficientemente rica como para proporcionar lo primero; pues una mujer tan santa no habría traído la ofrenda menor si hubiera sido capaz de traer la mayor. ¡Qué sorprendente es esto! El único heredero del trono de David no fue capaz de traer un cordero para ofrecerlo en sacrificio a Dios. Cuán abominable debe ser el PECADO, cuando requirió que aquel que tenía la forma de Dios se vaciara y se humillara, sí, hasta la muerte de la cruz, para hacer expiación por él, y purificar el alma de toda contaminación.

El sacerdote hará expiación por ella.  Todos los actos del hombre son pecaminosos, pero los que proceden de la influencia de la gracia y la misericordia de Dios. Su dolor en la concepción, y su dolor al dar a luz a los hijos, le recordaban a la mujer su ofensa original; una ofensa que merecía la muerte, una ofensa que no podía expiar, y por la cual debía ofrecerse un sacrificio: y en referencia a cosas mejores la vida de un animal debía ofrecerse como rescate por su vida. Y al ser salvada en el lecho de parto, aunque merecía morir, se le exige que, tan pronto como los días de su separación hayan terminado, traiga un sacrificio según su capacidad al sacerdote, para que lo ofrezca a Dios como expiación por ella. Así, dondequiera que Dios guarda el recuerdo del pecado, guarda también el recuerdo del sacrificio, para mostrar que el estado del pecador, por deplorable que sea, no es irremediable, pues él mismo ha encontrado un rescate. En todas partes, en la ley y en el Evangelio, en cada ordenanza y en cada ceremonia, podemos ver tanto la justicia como la misericordia de Dios. Por lo tanto, mientras tenemos el conocimiento de nuestro pecado, tenemos también el conocimiento de nuestra cura.

Lector, mientras confiesas tu propia miseria no te olvides de la misericordia del Señor; y recuerda, salva hasta el fin a todos los que vienen a él por medio de Cristo.

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