Verso Levítico 24:22. Tendréis una sola ley, tanto para el extranjero como para el de vuestro propio país.  La igualdad de leyes, en la que cada individuo recibe la misma protección y los mismos privilegios, es el único alarde de una sólida constitución política. El que respeta y obedece las leyes tiene derecho a la protección y al apoyo, y su persona y su propiedad son tan sagradas a los ojos de la justicia como la persona y la propiedad del príncipe. El que no obedece las leyes de su país pierde todo derecho y título a la protección y al privilegio; sus propias acciones lo condenan, y la justicia lo juzga por la evidencia de sus propias transgresiones. El que hace lo correcto no debe temer el poder del magistrado civil, pues éste tiene la espada sólo para castigar a los transgresores. La obediencia universal a las leyes es el deber de todo ciudadano; nadie puede hacer más, nadie debe hacer menos: por lo tanto, cada individuo en un estado bien regulado debe tener los mismos derechos y privilegios en todo lo que se relaciona con la seguridad de su persona, y la seguridad de su propiedad. Lector, así era el código mosaico; así es la constitución británica.

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