Verso Lucas 7:10. Encontró sano al siervo... 
Esta sanidad fue el efecto de la fe, la oración y la humildad del centurión, a través de las cuales la potencia de Jesucristo se transmitió al enfermo. Pero estas mismas gracias en el centurión eran producto de la gracia. Es Dios mismo quien, por los dones de su misericordia, dispone al alma para recibir su sanidad; y nada puede contribuir a la recepción de su gracia sino lo que es fruto de la misma gracia. El apóstol dice: La gracia de Dios que trae la salvación se ha manifestado a todos los hombres, Tito 2:11. Por lo tanto, debe ser nuestra preocupación no resistir las operaciones de esta gracia, pues aunque no podemos dotarnos de una disposición de gracia, sí podemos apagar el Espíritu, por cuya acción se producen en el alma. El centurión no había recibido la gracia de Dios en vano.

 

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