Versículo 20. Oís el sonido de la trompeta. Como los muros eran muy extensos, y los obreros, en consecuencia, muy dispersos, sus enemigos podían atacarlos fácilmente y destruirlos sucesivamente, por lo que les ordenó a todos que trabajaran tan cerca unos de otros como pudieran; y él mismo, que estaba en todas partes inspeccionando el trabajo, tenía siempre un trompetista con él, que debía tocar cuando se acercaba el enemigo; y todos debían correr al instante al lugar donde oyeron el sonido.

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